
El bosque es el gran recurso de las princesas:
en él se pierden,
se refugian,
se esconden,
y en él tienen encuentros extraordinarios. El bosque está poblado por una multitud de seres: enanos, ogros, duendes, príncipes andantes, dragones, brujas y unicornios. Hay bosques frondosos y sombríos, llenos de matorrales espinosos, jabalíes y setas venenosas. Los árboles parecen iguales, los caminos embarrados se confunden desaparecen sin que el caminante lo advierta. En invierno, resuena el aullido de los lobos hambrientos. Hay bosques con claros luminosos, donde los pájaros cantan y retozan los ciervos, las liebres y otros animales de ojos dulces y brillantes. Un arroyo de agua clara los atraviesa, los rayos del sol se cuelan entre las hojas, y el caminante recoge bayas o dormita placidamente. Y está también el bosque cuyo nombre he olvidado, aquél por el que es agradable pasear el domingo, y donde, en el recodo de un camino, se divisa el roble azul.
(Roble Azul: extremadamente raro, el roble azul es una especie protegida de nuestros bosques. Reconocible desde lejos por su olor a menta fresca y a hierba recién cortada; se puede encontrar aquí o allá, al borde del camino o en el fondo de un barranco. Si veis uno, observadlo bien, siempre anda una princesa cerca)
(Cuento de Princesas olvidadas o desconocidas- Philippe Lechermeier/Rebecca Dautremer)
(Obra de Duilio Pierri)